macizos

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miércoles, 11 de abril de 2012

Capitulo 4





Pablo lo deja con la mano colgando.
--si claro.
Cree que se está burlando de él. Se aparta. Le fascina ese chico. Félix sonríe, le gusta el malentendido que se ha creado. Le fascina ese hombre. Se pone delante de él. Sus aires de galán, su sonrisa contagiosa. Su tono divertido hace que Pablo no se lo tome en serio. Mas su extremada belleza lo tiene derretido. Esa pequeña melena lo tiene loco a Pablo aunque no lo demuestra:
--¿qué pasa, es que tampoco te gusta mi nombre? --dice divertido.
--Perdona pero ¿¿es que no tienes nada mejor qué hacer? si no tienes a nadie que te venga a buscar que pena contigo ¡no me molestes¡
Pablo se va a ir pero el otro se le pega al él. Pablo se estremece. El otro le susurra al oído:
--es que me parece que a mí también me dejaron plantado. Yo estoy esperando al asistente de mi socio. Pablo es que se llama.
Pablo se ha quedado como en shock. No se puede creer que ese joven tan sumamente guapo que tiene delante sea el socio que ha ido a buscar, el que su jefe le ha encargado que no se separe ni un sólo segundo. Mira a ese joven tan guapo. Le seduce. Recuerda su sueño. Vibra. Piensa en su metedura de pata. Se ruboriza. Félix tiene una amplia sonrisa:
--mi socia y amiga casi hermana, Mariana Ribas de Pérez, habló contigo.
Pablo lo mira embobado:
--Hola.
Pablo extiende su mano. Félix la une a la suya. Le da además un abrazo:
--te esperaba más mayor.
Pablo lo mira de reojo. Lo tiene tan cerca. Sus profundos ojos, sus labios. Lo desea. Mira para otro lado pero el cuerpo de ese chico lo está llamando:
--que pena contigo. Yo es que te imaginé de otra manera. Supuse que serías el típico empresario gordo.
--pues estamos en paz. Yo también te esperaba de otra manera –dice divertido.
--espero que no se lo digas a mi jefe. Tiene muy mal genio. Si se entera me corre.
--tranquilo, no quiero que te corra. No le diré nada de la confusión de ahorita ni que --con ironía-- me has dicho que tiene muy mal genio.
Pablo lo mira de reojo tímido.
--creo que nos vamos a llevar muy bien. –dice Félix.
Pablo lo mira a los ojos. Sólo quiere hacerlo un momento, quiere mostrarse con naturalidad. Los dos se miran y sienten que se para el mundo. No quisieran que ese momento acabe nunca.
--vamos? --dice Pablo finalmente.
--si claro.
Los dos van juntos hacia la salida. Félix lleva su maleta. Pablo le muestra el camino:
--hay un taxi aquí cerca. Espero que te guste el hotel donde te reservé habitación.
--si seguro.
Los dos se estremecen al estar juntos. Pablo no lo mira mucho porque su mirada lo quema. Está ardiendo. Pablo le pregunta cosas de la ciudad, de su trabajo.
--Es mi primera vez en México.
--si, se nota. Aunque me encanta el acento argentino. Es curioso.
--¿te parece? --dice Félix sonriendo.
--bueno, no lo digo para molestarte.
--No, no me molesto. Soy argentino aunque según tengo entendido tengo sangre mexicana. Creo que mi papá era de acá o es. No sé bien como es la historia.
--¿crees?
Félix se pone serio. No contesta.
--perdón, no quería molestarte. Lo dije por preguntar.
Félix le sonríe:
--no, no me molestó.
Félix le cede el paso muy galantemente. Los dos suben en el auto. Los dos están a 100. Pablo se siente extraño. Nunca un hombre le había atraído tanto. Nunca le había parecido tan guapo un hombre. Le pone también muy nervioso. Le va comentando las cosas que está viendo en el camino para no iniciar otro tipo de conversación. Lo lleva a un hotel. Se queda en la puerta.
--¿tienes mi teléfono?
Félix lo mira coqueto:
--¿me vas a pedir una cita?
Pablo se pone nervioso:
--No es para que me llames si me necesitas.
Pablo se iba a ir pero Félix, que siente el deseo de Pablo, que sabe que a los dos les pasa lo mismo, lo agarra del brazo:
--¿me vas a dejar comiendo solo? No conozco la ciudad.
--En el hotel hay restaurante.
Félix lo mira con cara de bueno:
--Podríamos salir a dar una vuelta. Me gustaría conocer un poco la ciudad antes de comenzar a trabajar.
Pablo no le puede decir que no. Quedan para la hora de la comida. Los dos saben que el otro es gay, lo sienten. Igual ninguno da ningún paso aunque Félix es muy coqueto. Pablo le da la mano para despedirse pero Félix le da un beso cerca del labio. Se muestra coqueto.
--nos vemos.
Y cada uno se va por su lado. Cada uno con una sonrisa de fascinación que no pueden con ella.

Pablo entra en el auto. No puede dejar de pensar en Félix. En la fascinación que ha sentido por él. Está sin duda atrapado por la belleza, la mirada y la simpatía del joven galán. Piensa en su sueño. En lo feliz y atraído que estaba por el cuerpo escultural de aquel desconocido que Mariano definió como el hombre de sus sueños.
--Es una locura --dice con una sonrisa enamorado.
Siente una atracción muy fuerte con él. Pero también está muy herido:
--¡No¡ --se dice con dureza golpeando el asiento
No se quiere enamorar.
--¡¡se acabó los hombres. Ningún hombre me volverá a lastimar como lo hizo Martín¡
No lo quiere aceptar pero Félix se le ha metido muy a dentro:
--Lo acabo de conocer. No es nada.
Su corazón late con fuerza.
--se ve tan buena persona. Se nota que no tiene nada que ver con Martín o el tonto de Alberto.
No deja de pensar en Félix como el hombre de sus sueños tal y como lo vio en sus sueños:
--bueno sería también una buena manera para alejarme de esa maldito familia que tanto daño me ha hecho. Un hombre ajeno a ellos.
Aunque tiene miedo, aunque tiene sus reservas que le gusta Félix le gusta. Y mucho.












Al guapísimo Félix le ha pasado lo mismo. Está encantado de conocer a Pablo. Se mira al espejo:
--Me gusta y le gusto.
Levanta los brazos en señal de victoria. Está muy excitado. Se desnudo sin dejar de pensar en Pablo.
--¿quien me lo iba a decir a mi? --dice contento.
Félix se da una ducha fría para sacarse de encima del cansancio y también la calentura. Quiere ir a a su encuentro con Pablo lo más tranquilo y relajado posible. El agua lo tranquiliza. Mientras frota su bello cuerpo con jabón no puede evitar una sonrisa pícara. Es un hombre feliz.

Mariano por su rato va a la empresa donde trabaja Pablo. Éste está recogiendo para ir a buscar a Félix. Está muy excitado. Parece un adolescente en su primera cita.
--¿ya te vas?
--sí, tengo una cita. --dice sin pensar.
Mariano habla los ojos como platos:
--¡¡cuéntame ese chisme ahorita¡
Pablo se da cuenta que ha metido la pata. No le quería decir a nadie de Félix.
--Me refiero a una comida de negocios.
Pablo quiere pasar de su amigo, quiere huir. Mariano se pone delante de él:
--Ni hablar ¡Tú lo sueltas todo.¡
Pablo no mira a Mariano porque su amigo lo conoce y no quiere que descubra que le gusta un hombre.
--Es que me equivoqué. No sé porque dije cita.
--¿tal vez el subconsciente?
--¡claro que no¡
Pablo se enoja y así Mariano se da cuenta que dio en el clavo.

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