capitulo 13

Félix y Pablo están llegando al hotel. La noche es el peor momento para ellos. Les encanta estar juntos durante todo el día.
--mañana en la tarde me gustará ir viendo pisos. No puedo vivir siempre en un hotel. ¿me acompañarás?
--si claro, ¿qué te interesa un apartamento?
--No, uno de dos habitaciones. Supongo que Mariana vendrá pronto. Vi que algunos de alquiler cerca de tu casa. Podríamos mirar alguno mañana.
--sí, está bien.
Félix lo mira divertido:
--seríamos vecinos.
Los dos se miran con intensidad. Los dos desean besarse apasionadamente pero ninguno da el primer paso. Félix lo abraza.
--hasta mañana.
--hasta mañana.
Se miran hechizados. Félix se queda ahí viendo como Pablo se va en su auto. Lo saluda con la mano. Le guiña el ojo. Cada uno se va por su lado muy contentos. Félix se tumba en su cama con una sonrisa en los labios. Es un hombre feliz. Tiene el celular desconectado para que nadie lo moleste cuando está con Pablo. Cuando lo prende se da cuenta que Mariana lo ha llamado mucho. Lo llama él.
--Félix, ya era hora. Me tenías preocupada.
--Lo que pasa es que no paro en todo el día.
--¿ocurre algo?
--Algo maravilloso. Estoy enamorado. Muy enamorado.
Mariana no puede evitar una punzada de celos:
--No hablas en serio? No has tenido tiempo de conocer a nadie.
--Pues ya ves que sí y gracias a ti.
--no entiendo.
--Pablo. Me gusta Pablo.
--¿Pablo el secretario?¿no es mayor?
--No, es un chico bellísimo. La pasamos siempre juntos. Estoy feliz.
Mariana se alegra por su amigo aunque le duele saber que su amor es imposible.
--espero que todo te salga como tú quieres. Ya sabes que te deseo lo mejor.
--sí ya sé. Si se me da con Pablo nunca olvidaré que te lo debo a ti.
Aunque tiene que frustrar su amor, Mariana es feliz con el cariño de su amigo y le consuelo almenos haberlo ayudado.
--¿y has encontrado a tu papá?
Félix se pone tenso. Se sienta en la cama. Se hace un silencio.
--¿estás ahí, Félix?
--¿qué sabes de mi papá tú?
--No nada pero tu mamá me insistió mucho en invertir en esa empresa, me dijo que era por tu bien. ¿Es que tu papá es el dueño?
--No, no pero mi mamá le mandó una carta a él para que me buscara en esa empresa. Todo lo ha hecho para facilitarle las cosas, si yo me quedo en Argentina ese hombre no me busca.
Félix habla herido.
--Yo no quería meterte en problemas.
--No ha sido tu culpa. Supongo que mi mamá trató que yo tuviera un papá aunque no sé para qué lo quiero ahora.

Mientras Pablo llega a su casa. Nada más salir del auto Alberto sale a su encuentro.
--¡¡¿¿se puede saber qué horas son estas? ¡¡¿¿dónde y con quien has estado?¡
Pablo mira a Alberto sorprendido:
--¿cómo?
--¡¡¿¿has estado con él no??
Alberto está furioso. Pablo quiere pasar de él. Alberto lo sigue.
--¡¡cuando se te va a meter en la cabeza que no hay nada entre tú y yo¡ ¡¡no te quiero volver a ver.¡
Alberto se le pone en medio del paso. Pablo le da un empujón.
--¡¡Me das asco. ¡¡por muy dolido que estuviera con Martín en mala hora me metí en tu cama¡ ¡¡un hermano de Martín nunca puede ser buena persona¡ ¡déjame en paz¡
Pablo se va alterado. Alberto se acaricia el cachete.
--¡Me ama. No tengo dudas¡ ¡¡me va a perdonar. Me va a perdonar¡¡

Al día siguiente, Félix está esperando a Pablo en la puerta del hotel. Un auto se le para en frente. Es Enrique.
--Sube, hijo. Tenemos que hablar.
Félix se aparta del auto:
--¡¡yo no tengo nada que hablar con usted¡
Enrique sale del auto.
--mira hijo, ayer estamos muy nerviosos. Entiendo que fue una sorpresa para ti conocerme por eso te perdono por lo grosero que fuiste conmigo.
Félix mira a su padre sorprendido. No puede creer lo que le está diciendo.
--¿¿¿qué usted me perdona a mí??¡
--si, te doy otra oportunidad..
Félix se lleva las manos a la cabeza:
--¡¡el que no quiere saber de usted soy yo¡¡
Enrique tiene ganas de volver a golpearlo pero se frena. Se golpea los puños. Félix lo desafía:
--¡¡venga, pégueme otra vez.¡ ¡¡en mala hora apareció en mi vida¡
--¡¡pues te guste o no soy tu padre y lo tienes que aceptar¡¡
Félix lo mira con mucha rabia.

Por otro lado Pablo sale de su departamento. Justo en la puerta Alberto está de rodillas. Con una cajita con un anillo:
--te quieres casar conmigo?
Pablo queda en shock.
--¿¿estás loco??
Alberto se levanta. Trata de ponerle el anillo en el dedo a la chico.
--Sé que te he fallado pero sí no me dices lo que hago mal pues no puedo cambiarlo pero esta es la forma que yo tengo de decirte que te amo.
--¿cuándo vas a entender que yo no siento nada por ti?
Alberto parece que no lo escucha:
--cuando nos casemos te darás cuenta que yo soy el hombre que te conviene¡¡
Pablo le da un empujón:
--¡¡no me casaría contigo ni que fueras el último hombre en la tierra y el planeta dependiera de eso¡
Alberto quiere ir tras él pero Mariano lo agarra del brazo:
--¡¡ya deja en paz a mi amigo¡ ¡¡Él está enamorado de otro mucho mejor que tú¡ ¡¡él sí le hace feliz¡¡
--¿¿A ti qué te pasa, putita? ¿es que quieres que te la meta? –Alberto rabioso.
Mariano le da un puñetazo a Alberto:
--¡Me alegro que Pablo no siente nada por ti, que se arrepienta, que sienta asco del polvo que te echó que es lo único que han compartido¡ ¡Eso es lo que tú lo eres para Pablo,.. sólo un polvo por despecho que desea borrar de su vida¡¡
Los palabras de Mariano lastiman mucho a Alberto. Se da cuenta que tiene razón pero no lo quiere aceptar. Golpea la pared con los puños:
--¡¡maldito sea¡ ¡maldito sea¡
Alberto está dejando de ser un chico tierno para convertirse en la fiera violenta que era Martín. Mariano piensa que tal vez su amigo tenga razón y que un hermano de Martín nunca puede ser bueno. Alberto está furioso:
--¡¡sea como sea Pablo va a ser mío¡
Mariano siente pena de él. Le pone la mano en los hombros:
--tú no estás bien, creo que necesitas ayuda profesional. Tu obsesión por Pablo te hace mucho daño y no es normal.
Alberto mira a Mariano. Él nunca lo vi tan mal, hasta tiene miedo que haga alguna locurqa. De repente Alberto sufre un fuerte dolor de cabeza, casi lo derrumba.
--¿¿te ocurre algo?
Alberto se empieza a golpear la cabeza con las manos:
--¡¡estos dolores de cabeza cada vez son más frecuentes¡ ¡¡me van a matar¡