lunes, 30 de abril de 2012

Capítulo 16


Alberto le suplica a Félix que trate de llevarse bien con Enrique.
--Me gustaría que fueras a visitarme a la casa, no sé que todos sepan que tengo un hermano.
--bueno, ni que sea por ti lo haré.
Alberto le da un abrazo para agradecérselo.
--así conocerás al chico que me ha robado el corazón. Él se me hace el difícil, espero que tú me eches una mano hablándole cosas bonitas de mí.
--te lo prometo --dice Félix con una sonrisa.
Se despiden en el hall del hotel.
--No quieres subir y tomamos una copa?
--No, si no me vas a dejar que te lleve a tu nuevo departamento prefiero irme ya.
Félix acaricia a su hermano:
--espero que me entiendas. Es por tu bien, para que tu papá no te presione en decirle dónde estoy. Yo necesito estar tranquilo y solo ni que sea unos días.
Alberto le guiña el ojo y con ironía le dice:
--solo?
Los dos se ríen. Chocan sus manos. Alberto y Félix se besan en la mejilla y cada uno se va por su lado. Alberto va hacia su auto, Pablo está a pocos metros. Yendo hacia ese mismo lugar. Alberto se va por una calle y Pablo llega por la otra. Félix lo recibe encantado.
--pasas?
--no mejor te espero abajo si no estás listo.
Félix lo mira seductor y coqueto le dice:
--es que aún no te fías de mi? No te haré nada malo --con ironía.
--más bien no me fio de mí --murmura Pablo.
Félix hace que no lo oye pero está muy satisfecho. Félix agarra su maleta, Pablo a su lado. Sale del hotel.
--justo ahora se acaba de ir mi hermano.
--vaya, me hubiera gustado conocerle.
--algún día, el pobre lo está pasando mal.
--porque?
--está con un chico que lo hace sufrir. Me da que es una locaza de esas que usan los hombres. Si lo conociera le diría cuatro cosas a esa putita.
--bueno, tampoco tú eres tan inocente ¿no? --pregunta Pablo divertido.
Félix sonríe y le guiña el ojo. Guarda la maleta en el auto, la pareja se mira feliz.


Entran en el apartamento de Félix que ya está decorado.
--si quieres cambiar algo...
Félix lo mira todo contento:
--No, todo está perfecto. Tienes un excelente gusto.
--bueno ya sé a qué me puedo dedicar si pierdo el empleo.
--Eso no pasará. Soy tan dueño de la empresa como tu jefe. En realidad Mariana es la dueña pero ella nunca me dice que no.
Félix lo mira con dulzura, con pasión. Pablo siente deseo. Le gustaría estar con él pero no se quiere precipitar. A Félix le gustaría estrenar su apartamento con él pero para no ofenderlo no lo hace.
--¿te vengo a buscar mañana? --le pregunta Pablo.
Félix, de una forma natural, lo quiere besar en los labios. Pablo gira un poco la cara y el beso cae en la mejilla. Félix sonríe.
--hasta mañana.
Félix se tumba en el sofá, feliz porque está enamorado pero frustrado porque las cosas no se dan con la rapidez que él quisiera. Sonríe:
--le gusto. Le gusto.
Félix es consciente de la gran atracción que Pablo siente hacia él y eso lo tiene feliz.

Pablo se refugia en brazos de Mariano.
--siento por él algo tan fuerte.
--¡¡lo sabía, lo sabía.¡ ¡¡te acostaste con él --dice divertido.
Pablo lo mira regañón:
--¡No¡ ¿¿es que quieres que pienses que soy una putita? No estoy seguro que no sea de los que una vez han conseguido lo que han querido te deja.
--chico, en estas cosas no hay garantías. Lo mejor es no frustrarse. Antes no eras tan tímido.
--Pero es que con Félix estoy sintiendo cosas que jamás antes había sentido. No me quiero equivocar. No quiero estropear una bonita relación con un simple polvo.
--Eso no va a pasar. Son jóvenes sobretodo él --dice divertido a lo que Pablo responde con una mirada regañona-- el sexo es algo natural, algo que va en una relación. No sé almenos entre hombres es así. Va a pensar que no te gusta.
--Es que estoy viviendo esto con tanta intensidad que siento que cuanto más tiempo espere será mucho más romántico.
--pues te deseo suerte. La vas a necesitar --dice divertido—sé que te mueres por estar con él, te conozco como a mi y sé que hace días que te mueres por acostarte con él.
Los dos amigos ríen divertidos. Pablo es un hombre feliz. Después de haberlo visto sufrir tanto disfruta con su felicidad.

Félix está tumbado en el sofá pensando en Pablo. Su rostro es el de la felicidad. Le interrumpe el sonido de la puerta. Se alegra al ver que es Mariana con una maleta. Los dos amigos se han echado de menos y se abrazan con emoción.
--¿¿qué haces aquí? --Félix sorprendido pero contento.
Mariana con timidez le dice:
--creí que lo alquilaste para los dos, que íbamos a seguir viviendo juntos.
Félix acaricia a su amigo muy fraternalmente, Mariana se estremece. Siente que hace una eternidad que no están juntos.
--pero ¿¿porqué no me avisaste?¿y tu abuelo?
--Ya se murió.
--Ostras lo siento. ¿porqué no me lo dijiste? Te hubiera acompañado.
--No te quería molestar. Estás feliz con ese chico y tampoco era necesario.
Félix trata a su amigo con el cariño de siempre y eso a Mariana lo hace ya feliz.
--Ven siéntate. ¿has cenado?
Mariana lo mira a los ojos, esos profundos ojos que tanto ama. Lo mira y no le importa nada más. Félix la toca, la acaricia. Le habla como la hermana que es para él y no imagina que Mariana se está muriendo de amor por él.

Al día siguiente, Félix se viste deprisa. Le encanta vivir cerca de Pablo. Está deseando verlo. Viven casi en frente el uno del otro. Félix cruza la acerca para ir a buscar a su amado cuando se encuentra con Alberto que va hacia el mismo sitio.
--¿hermano? ¿¿qué haces aquí? --Alberto.
--¿y tú?
Los dos se miran sorprendidos. Félix se siente descubierto. No quería que la familia de Enrique supiera localizarlo. Alberto y Félix se saludan de abrazo y beso. Se tratan con mucho cariño.
--A poco vives aquí?
Alberto le sonríe. Le gusta haber descubierto su secreto. Sabe lo que le preocupa a su hermano y por eso dice:
--tranquilo, no le diré nada a nuestro padre.
A Félix no le gusta nada recordar que Enrique es su padre y eso lo reaviva en su decisión que su hermano no sepa dónde vive.
--No, el chico que me gusta.
Alberto lo mira sorprendido:
--¡¡no me digas¡ ¡que curioso¡
Alberto y Félix están juntos frente al edificio en el que vive Pablo. El primero ya se ha enterado de que el chico que le gusta a Félix vive allá. Le sorprende la coincidencia.
--vaya, precisamente….
Alberto no sigue hablando. En ese momento le suena el celular. Ve que es Enrique.
--¿no vas a tomar la llamada?
--No, no es importante.
Félix se da cuenta de los nervios de Alberto:
--es tu padre ¿no? --molesto.
Se pierde la llamada pero vuelve a insistir.
--tengo que tomar la llamada.
--pero no ante mí.

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